22 de diciembre de 2009

Led Zeppelin "IV" (1971)

celtas
Magia pura, nuevamente. Tal vez una de las mejores bandas de Rock de la historia.
Me pongo a revisar su historia y me doy cuenta de algo sorprendente: 4 discos impresionantes (de hecho son clásicos) en 3 años. Todos con canciones memorables que atravesaron ya 40 años de historia, y permanecen igual de frescos que antaño.
Eso ya me dice algo. Música de calidad indiscutible, por lo menos.
Y cada vez que uno (yo en este caso) vuelve a estas grabaciones descubre cosas nuevas que no había prestado atención en su momento. Pero hay algo que no cambia: la emoción que inunda la experiencia, la sensación siempre renovada que estamos (estoy) frente a algo realmente grandioso e irrepetible.
Grandiosas son las canciones. Si los primeros 2 discos estaban más influenciados por el Blues, en este se lleva los niveles de distorsión al máximo, siendo de los primeros 4 de la discografía de los Zep el más rockero y menos bluesero al mismo tiempo.
Los dos primeros mazazos rockeros llegan de la mano del intenso "Black Dog", seguido por uno de los mejores riffs de la historia de Zeppelin, y la declaración de principios por excelencia del disco, "Rock and Roll", con la sección rítmica mostrando la importancia de la misma en la banda.
De hecho creo que los tres músicos restantes podían hacer lo que se les antojase, ya que Bonzo los seguía a cualquier lado.
A parte de la demostración de poder, tenemos esa bella pieza mezcla de Folk celta y balada gospel, con unos juegos vocales fantásticos: "The Battle of Evermore", que transmite una sensación de paz realmente hermosa, siendo acompañado Plant por la cantante de Folk-rock Sandy Denny y unas mandolinas hipnóticas.
Y eso solo son los primeros 13 minutos del disco, que dan paso a, creo, el primer tema de Zeppelin que escuché en mi vida: "Stairway to Heaven", y tal vez una de las más sorprendentes de toda la discografía de la banda. En esta canción está el alma del disco. Todo lo abordado a lo largo de los casi 43' está condensado en una canción de no más de 9'. El Folk, el misticismo celta, el ocultismo sospechado en los símbolos extraños de la tapa y en las letras (de hecho el disco no tiene nombre, sino que cada uno eligió un símbolo que lo represente), el Rock y el Blues más furioso...todo está acá adentro desarrollado a lo largo de la canción, que llega a niveles de intensidad que no fueron alcanzados nuevamente, para terminar en el relax absoluto de los últimos segundos.
Luego las canciones se suceden: "Misty Mountain hop", un gran blues electrificado el extremo del Rock; el ejercicio Funk en "Four Sticks" donde reaparece esa percusión bestial de Bonzo y esos riffs sacados de las tradiciones orientales que escupían por aquellos años los dedos mágicos de Page.
Y los bosques hippies llenos de hadas retornan con una gran canción folk, hipnótica por cierto: "Going to California", donde Plant vuelve a demostrar, por si hiciera falta, que era (perdón, ES) un cantante del carajo, pudiendo llegar a notas donde muchos de los cantantes de esa época ni siquiera soñaban y los actuales no lo hacen. Y para cerrar, un blues podridón y épico, oscuro y retorcido que te deja con la idea de que esa magia de la que tanto se hablaba que practicaba Page en cierta forma estaba concentrada en esa química que había entre los músicos. Y que era pura.
Magia pura. Escuchen.

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